
Koncorde y El Misterioso Volumen Atribuido
Una de las consultas que más a menudo me formulan es la que se refiere, de uno u otro modo, a la «capacidad» de Koncorde de «identificar» y «diferenciar» las operaciones de manos fuertes de las de manos débiles, para poder presentarlas separadamente en la gráfica.
La duda es lógica y razonable y, por lo tanto, tremendamente repetida a lo largo de los años. Por ello lo explico aquí detalladamente y remitiré a su lectura a cualquiera que me pregunte.
Como he explicado muchas veces -¡y las que me quedan!- a pesar del entusiasmo de algunos amables usuarios en algunos foros, que atribuyen a Koncorde poderes casi mágicos, este indicador lo único que hace es, utilizando un “truco” matemático, ATRIBUIR un volumen negociado a manos fuertes o débiles, según el volumen total de la negociación. Ese truco no es (desgraciadamente) de mi invención, sino que es el fundamento de los indicadores IVN e IVP en los que se basa en parte.
El “truco”, explicado de forma simple, se centra simplemente en atribuir el total del volumen negociado en una sesión a manos débiles [particulares, pescadillas, gacelas o como quieran llamarnos] o a manos fuertes [tiburones, leones, profesionales o como quieran llamarles] , apoyándose en la teoría, enunciada en la documentación de esos indicadores, de que los operadores profesionales operan básicamente en las fases de mercado de menor actividad.

Sinceramente me sorprendió que un par de indicadores conocidos, extendidos y utilizados como esos lo fueran si no tuvieran una fiabilidad contrastada. Por otro lado, su principio no se separaba mucho de otros clásicos entre los indicadores de volumen como el OBV o el Acumulación/Distribución, que funcionan por principios similares.
Así que lo implementé y empecé a observar que esas señales son coherentes con lo que sucede en el mercado y que, en muchas ocasiones, los movimientos de ese volumen atribuido a uno u otro bando era coincidente con lo que sucedía en el mercado, y no tan sólo era capaz de explicarlo, sino incluso de anticiparlo. Sorprendente pero cierto.
Por supuesto, no hay indicador infalible, y Koncorde tampoco lo es. Falla en la medida y proporción en que lo hacen sus elementos: los indicadores de base en los que está basado y que mezcla proporcionalmente, como todo mérito.
Y ahí vino mi siguiente curiosidad. ¿Por qué? ¿Por qué funcionan el IVN y el IPN basándose en un truco matemático aparentemente tan simple? A partir de ahí supe apreciar como de un problema tremendamente complejo el diseñador de este par de joyas matemáticas [Paul L. Dysart] fue capaz de encontrar una solución tan simple como eficaz.

Mi conclusión [muy resumida, pues ya he cansado al lector en exceso] es que esta estrategia funciona por la forma en que las manos fuertes trabajan en el mercado. Si bien es cierto que [en volumen] a ellos se debe la mayor parte de transacciones, acostumbran a distribuirlas [o encargar su distribución] tanto a lo largo del tiempo y en paquetes equiparables a los manejados por las manos débiles, buscando momentos de estabilidad para hacer la mayor parte de sus movimientos.
Una vez ejecutada la compra o la venta en la banda de precios previamente establecida, la hábil mano que estaba colocando prudentemente órdenes con cuidado de no alterar el mercado contra sus intereses deja de actuar, y se produce el desequilibrio y la subsiguiente alteración del precio. En ese momento entran [entramos] en tropel los pequeños especuladores, ya sea vendiendo en masa al rebasar nuestros stops establecidos, ya sea comprando en masa cuando se inicia el movimiento y se supera algún nivel significativo. Muchos días de volumen suave y constante, y una sesión de aumento brusco de volumen. Pesarían más los muchos pocos que los pocos muchos.

Explicado corto, esto es lo que se conoce como acumulación y distribución, cosas que Koncorde refleja sorprendentemente bien. Así que, como acaba cumpliendo la función que pretendía darle cuando lo diseñé, me parece que voy a conservarlo como está pues, lógico o no en su filosofía, funciona y eso es, en el fondo, lo que acaba importando.
Siguiendo la huellas del volumen
Un decremento [disminución] del volumen en buena lógica no puede estar provocada por ninguna actividad, ni de compra ni de venta, sino por una ausencia de negociación. Para comprar, igual que para vender, hay que cruzar una orden, y eso incrementa el volumen.
Así que no hay posibilidad de operar sin dejar [como mínimo] un rastro sobre el volumen. En un día de negociación un tibu se puede entretener en tamponar el mercado comprando o vendiendo a fin de dejar un precio clavado en su valor fijo. Pero JAMÁS lo podrá hacer sin generar volumen. Por eso digo aquello de que se puede ser invisible en el precio, pero siempre se dejará rastro sobre el volumen.